Por: Viviana Castañeda Ramírez
El estudio de la política es
sumamente antiguo se puede remontar su análisis a la filosofía griega y a los
grandes pensadores romanos, el reconocimiento de las figuras de poder, la forma
en que este se distribuye y los mecanismos de control social son solo algunos
aspectos que intervienen en la política. Pretender mantenerse ajeno a la política
del país no mejora la situación de la ciudadanía, no abona al cambio y a la
transformación de las instituciones sino que impide que haya mayor pluralidad
de opiniones y transparencia.
Una de las primeras definiciones
del término política se encuentra en la obra de un pensador griego “la obra de
Aristóteles intitulada Política, que es considerada el primer tratado sobre la
naturaleza, las funciones y las divisiones del Estado, y sobre las varias formas
de gobierno (Bobbio, 1995)”.
En general para que se hable de
política se requiere de la existencia de una ciudadanía, conformada por
personas que viven en un determinado territorio; de igual forma, se requiere de
un gobierno e instituciones que permitan la continuidad del mismo. El tipo de
gobierno dependerá de la propia presión social ejercida por la ciudadanía,
quienes a través de la presión social, demandas y movimientos organizados
pueden con facilidad derrocar al gobierno; por esta razón los gobernantes deben
saber satisfacer las demandas de la población y adaptarse a las exigencias para
asegurar su permanencia.
Política en términos generales
hace alusión al grupo de actividades calificadas como políticas es decir
acciones humanas que se refieren a las cosas del Estado, de ahí, que también se
le señale como doctrina o ciencia del Estado (Fragoso, 2006).
La propia definición de Estado ha
cambiado a través de los años. Antiguamente las decisiones de un grupo social
eran tomadas a través de un proceso de discusión y consenso se privilegia la
opinión de los más fuertes o de los más viejos; los primeros, por su desempeño
en batalla y fortaleza física imponían respeto; los segundos, por su
experiencia y el saber que han acumulado se convierten en los consejeros por
antonomasia.
Analizando las bases de la
sociedad se puede encontrar diferentes formas de tomar las decisiones pero en
general todas surgen porque las personas viven en comunidad, el ser humano es
un ser social que busca convivir en paz a través de la organización: primero en
pueblos y luego en ciudades.
En términos romanos, la expresión
‘vivir’ es sinónimo de ‘estar entre los hombres’ lo mismo que ‘morir’ lo es de
‘cesar de estar entre los hombres’. Esto es, el hombre en tanto hombre es
necesariamente social, contexto en el que surge el concepto de Civitas,
ciudades que se organizaban bajo el precepto de la ley y que jurídicamente
comienza a asignar el poder en unos cuantos como la máxima autoridad: el senado
y posteriormente el emperador (Fragoso, 2006).
La figura del cesar en Roma surge
a partir de la búsqueda de un representante que sea lo suficientemente fuerte e
íntegro para ostentar el poder y con ello asegurar la supervivencia,
crecimiento, expansión y bienestar del imperio.
Existieron emperadores ejemplares
como: Julio Cesar, quien instauro el sistema helenístico de gobierno donde se
permitía la autonomía de los territorios anexados y al mismo tiempo estableció
que el gobierno central estará a manos de un basileus (rey) quien al mismo
tiempo es teos, soter y autocrator
(dios, salvador y autócrata) (Dardonq, s/f).
Julio Cesar marcó una pauta para
establecer un gobierno dictatorial y monárquico donde la figura del rey era
vista no solo como el gobernante sino que adquiría una dimensión espiritual
equiparable a Dios. Esta representación del poder justificado como algo de
origen divino no está lejos de la actualidad, todavía hace cien años la
coronación de un nuevo monarca en Inglaterra estaba envestida de misticismo y
misterio. Incluso, en el caso de Inglaterra la Reina es vista como la máxima
autoridad eclesiástica, como su propia Diosa.
Algunos de los emperadores
romanos más recordados por su violencia o perversión son:
• Nerón,
recodado por haber asesinado a su madre Agripina para perpetuar su poder y se
la atribuye un incendio en Roma que duró varios días y devasto gran parte de la
ciudad
• Cayo,
mejor conocido como Calígula, cuyos excesos sexuales han sido inmortalizados en
películas, es utilizado como referente de perversión. Su locura lego al grado
de nombrar cónsul a su caballo.
En la República Romana, el
ciudadano se encuentra dotado de derechos y deberes –que se han heredado hasta
nuestros días- Uno de los conceptos centrales era la participación en la vida
política: el derecho de sufragio del simple derecho de ciudadanía (civita o jus
civitas) dependen un conjunto de
derechos (jura) y de deberes (munera) entre los que se incluyen las garantías
jurídicas del ciudadano y las formas de participación en la vida política (la
votación de las leyes, la elección de los representantes y la participación en
la magistratura); a diferencia de Atenas donde se establecía por un lado el
derecho a la ciudadanía (politeia) y por otro los derechos políticos
(politeuma); esta diferencia primordial en Grecia, se mitiga en Roma a raíz de
la ley de las XII tablas que garantiza la igualdad política entre patricios y
plebeyos (Gerbier, 2005).
La religión ha tenido un papel
político importante para la configuración de la figura del Estado: Tomas de
Aquino menciona, desde las ideas del cristianismo, que la política se vincula a
la ética. El hombre debe considerar no solo su bien individual sino el bien
común y en relación a estas dos dimensiones tomar las decisiones más acertadas.
Por el contrario Maquiavelo expresa que la política y la ética operan en dos
dimensiones diferentes; ya que la política debe ser autosuficiente y
autárquica.
Históricamente toda moral implica
valores éticos y morales y viceversa, en la práctica las leyes, derechos y
obligaciones corresponden a la moral de la época. Existen leyes cuyo contenido
analizado en la actualidad resulta amoral, practicas comunes a las sociedades
antiguas que a la luz de la modernidad podrían ser calificadas de inhumanas o
salvajes.
Bibliografía
Bobbio N., Matteucci N. y
Pasquino G, (1995). Diccionario de política, México: Siglo XXI editores.
Dardonq, J (s/f). Las locuras de
los emperadores. Ensayo sobre los Emperadores buenos y malos y las fuentes
históricas que los definen como tales. Consultado el 20 de febrero de 2020.
Disponible en línea en el siguiente enlace:
https://www.academia.edu/6615790/Las_Locuras_de_los_Emperadores
Fragoso, E. (2006). Concepto de
política y vida cotidiana. Consultado el 20 de febrero de 2020. Disponible en
línea en el siguiente enlace: file:///C:/Users/Chibibi/Downloads/Dialnet-ConceptoDePoliticaYVidaCotidiana-4953719.pdf
Gerbier, L. (2005). Hablar al
pueblo: el uso de la contio desde la antigüedad al renacimiento. Erythesis, 1
mayo 2005.