lunes, 31 de mayo de 2021

La violencia feminicida

 

Recientemente en el municipio de Atizapán de la ciudad de México se capturó al asesino de Reyna; sin embargo ella solo fue la última víctima de una lista que las autoridades aún no logran especificar, ponerle nombres y rostros a todas las mujeres asesinadas por Andrés N. será una tarea compleja, que tardará varias semanas en finalizar. ¿Quiénes eran estas mujeres?, ¿Dónde están sus familias?

De enero a abril del 2021 se han reportado más de 300 feminicidios en el país, en promedio 80 por mes casi tres asesinatos diarios, esas son las cifras reportadas, faltan aquellas de quienes no se habla, a quienes nadie busca. ¿De dónde proviene esta violencia?

Es justo cuestionarse si al asesinato de las mujeres no es solo otra forma de someter mediante la violencia extrema al otro, aquel que no ostenta el poder ligado al pensamiento patriarcal sino ese otro que se opone, que cuestiona, que exige y que recientemente ha visibilizado su disgusto a través de protestas y marchas.

Un hecho que nos demuestra cómo los asesinatos violentos de mujeres no son algo nuevo y que se encuentran anclados a una misoginia rapaz para mantener la supremacía masculina es la cacería de brujas. Las mujeres que fueron perseguidas y acusadas de brujas en Europa, durante los siglos XVI y XVII no eran otra cosa que mujeres con amplios conocimientos de medicina, filosofía, literatura, espiritualidad y magia popular, eran principalmente mujeres conocedoras y reconciliadas con su cuerpo, sexualidad y placer, con una amplia autonomía y determinación. Lógicamente eran mujeres que escapaban al control y las normas sociales, sobre todo de la moral en turno y de la iglesia (Hester 1992; Federici 2004)



La violencia feminicida actual tiene su anclaje en la cacería de brujas antigua, y en las estrategias de poder enunciadas por Michel Foucault en su “Historia de la sexualidad” someter al otro a través del cuerpo es ejercer un mecanismo de poder, comúnmente violento, ya sea para satisfacer una fantasía sexual o ratificar un lugar de superioridad en una relación dicotómica donde uno es sumiso y el otro controlador; el primero se somete a la voluntad del segundo, lo cual lleva a cuestionarse ¿Cuáles son las razones para someter al otro?, ¿Qué obtienen ambos en esta distribución de poder? Y ¿Cuál es el papel del estado en la violencia feminicida que se normaliza a través del discurso y de fenómenos culturales como la música?

La violencia feminicida para Marcela Lagarde es:

"La forma extrema de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos en los ámbitos público y privado, está conformada por el conjunto de conductas misóginas -maltrato y violencia física, psicológica, sexual, educativa, laboral, económica, patrimonial, familiar, comunitaria, institucional- que conllevan impunidad social y del Estado y, coloca a las mujeres en riesgo de indefensión, pueden culminar en el homicidio o su tentativa, y en otras formas de muerte violenta de las niñas y las mujeres: accidentes, suicidios y muertes evitables derivadas de, la inseguridad, la desatención y la exclusión del desarrollo y la democracia” (Lagarde, 2008: 217).

El feminicida de Atizapán es una expresión aberrante de cómo el sistema carece de voluntad para buscar y sancionar a los responsables, porque no fue el primer asesinato cometido por el cual lo logran capturar sino el último, donde el esposo de la víctima al pertenecer al sistema tenía la oportunidad de exigir desde su posición de poder. El asesinato es el culmen de la violencia feminicida, pero atrás de él está la manipulación psicológica, la normalización de comportamientos violentos y el respaldo de un sistema patriarcal.

Desafortunadas las familias pobres, segregadas por las diferencias económicas y carentes de medios para exigir justicia porque de ellas es el reino de la violencia y la desigualdad.


 

 

Bibliografía

Hester, M. (1992): “La brujo-manía en Inglaterra en los siglos XVI y XVII como control social de las mujeres”, en Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres, México, UNAM, pp. 77-100.  FEDERICI, S. (2004): Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, Madrid, Traficante de sueños.

Lagarde, M (2008). “Antropología, feminismo y política: violencia feminicida y derechos humanos de las mujeres”, en Retos teóricos y nuevas prácticas. México, UNAM, pp. 209-239.

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