Recientemente en el municipio de Atizapán
de la ciudad de México se capturó al asesino de Reyna; sin embargo ella solo
fue la última víctima de una lista que las autoridades aún no logran
especificar, ponerle nombres y rostros a todas las mujeres asesinadas por
Andrés N. será una tarea compleja, que tardará varias semanas en finalizar.
¿Quiénes eran estas mujeres?, ¿Dónde están sus familias?
De enero a abril del 2021 se han
reportado más de 300 feminicidios en el país, en promedio 80 por mes casi tres
asesinatos diarios, esas son las cifras reportadas, faltan aquellas de quienes
no se habla, a quienes nadie busca. ¿De dónde proviene esta violencia?
Es justo cuestionarse si al
asesinato de las mujeres no es solo otra forma de someter mediante la violencia
extrema al otro, aquel que no ostenta el poder ligado al pensamiento patriarcal
sino ese otro que se opone, que cuestiona, que exige y que recientemente ha visibilizado
su disgusto a través de protestas y marchas.
Un hecho que nos demuestra cómo
los asesinatos violentos de mujeres no son algo nuevo y que se encuentran
anclados a una misoginia rapaz para mantener la supremacía masculina es la
cacería de brujas. Las mujeres que fueron perseguidas y acusadas de brujas en
Europa, durante los siglos XVI y XVII no eran otra cosa que mujeres con amplios
conocimientos de medicina, filosofía, literatura, espiritualidad y magia
popular, eran principalmente mujeres conocedoras y reconciliadas con su cuerpo,
sexualidad y placer, con una amplia autonomía y determinación. Lógicamente eran
mujeres que escapaban al control y las normas sociales, sobre todo de la moral
en turno y de la iglesia (Hester 1992; Federici 2004)
La violencia feminicida actual
tiene su anclaje en la cacería de brujas antigua, y en las estrategias de poder
enunciadas por Michel Foucault en su “Historia de la sexualidad” someter al
otro a través del cuerpo es ejercer un mecanismo de poder, comúnmente violento,
ya sea para satisfacer una fantasía sexual o ratificar un lugar de superioridad
en una relación dicotómica donde uno es sumiso y el otro controlador; el
primero se somete a la voluntad del segundo, lo cual lleva a cuestionarse ¿Cuáles
son las razones para someter al otro?, ¿Qué obtienen ambos en esta distribución
de poder? Y ¿Cuál es el papel del estado en la violencia feminicida que se
normaliza a través del discurso y de fenómenos culturales como la música?
La violencia feminicida para
Marcela Lagarde es:
"La forma
extrema de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de
sus derechos humanos en los ámbitos público y privado, está conformada por el
conjunto de conductas misóginas -maltrato y violencia física, psicológica,
sexual, educativa, laboral, económica, patrimonial, familiar, comunitaria,
institucional- que conllevan impunidad social y del Estado y, coloca a las
mujeres en riesgo de indefensión, pueden culminar en el homicidio o su
tentativa, y en otras formas de muerte violenta de las niñas y las mujeres: accidentes,
suicidios y muertes evitables derivadas de, la inseguridad, la desatención y la
exclusión del desarrollo y la democracia” (Lagarde, 2008: 217).
El feminicida de Atizapán es una
expresión aberrante de cómo el sistema carece de voluntad para buscar y
sancionar a los responsables, porque no fue el primer asesinato cometido por el
cual lo logran capturar sino el último, donde el esposo de la víctima al
pertenecer al sistema tenía la oportunidad de exigir desde su posición de
poder. El asesinato es el culmen de la violencia feminicida, pero atrás de él
está la manipulación psicológica, la normalización de comportamientos violentos
y el respaldo de un sistema patriarcal.
Desafortunadas las familias
pobres, segregadas por las diferencias económicas y carentes de medios para
exigir justicia porque de ellas es el reino de la violencia y la desigualdad.
Bibliografía
Hester, M. (1992): “La
brujo-manía en Inglaterra en los siglos XVI y XVII como control social de las
mujeres”, en Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres, México,
UNAM, pp. 77-100. FEDERICI, S. (2004):
Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, Madrid,
Traficante de sueños.
Lagarde, M (2008). “Antropología,
feminismo y política: violencia feminicida y derechos humanos de las mujeres”,
en Retos teóricos y nuevas prácticas. México, UNAM, pp. 209-239.